...aprendimos a matarnos, a revivirnos.
En el extranjero
surgió el temor a ciertas catarsis humanas
y rescate del umbral de nuestro sueño compartido
viejas radios del Setenta, con canciones tipo
Rock, de estaciones infinitas...
Sobre nuestros pocos libros
la Biblioteca sostenía ensayos de Esoterismo,
volúmenes de Astrología sin estrellas
poéticas.
Corrimos horrorizados. Nos maravillamos
como si fuéramos espejos del otro,
en el cuarto pequeño de un hotel sin ciudad.
Me enseñaste sin el cielo las estrellas,
sin el sol la mañana.
En las aguas de la ducha
los 7 mares legendarios.
Ideas metafísicas en física.
Y con todos los libros de Iglesia
las hojas para la fogata más blasfema...
(Basta decir “Hasta que”
al final de mis recuerdos).
Al día siguiente
junte los vidrios secos en la resaca
de mil alucinógenos sin costo.