juguemos el juego del deseo y la furia,
la sangre que circula sobre sangre ajena,
el agitado latir que nunca se toca,
la espera cercana que desespera y construye
lo que destruirá con sombria venganza en el futuro lejano,
con brutal odio
para el arrepentimiento más hondo
el adulto teme los juegos infantiles,
fútiles