Ese miedo, el miedo palpitante de que mañana, pasado o pasado un mes; me dejes como si fuese poca cosa, como si la vez que me dijiste: “me da miedo romperte el corazón” se hubiera quedado olvidada, solo en lo más profundo de mi corazón.
Como si cada promesa, sobre nuestra vida tan longeva no hubiera sido más que eso, un triste y desesperado hubiera. Y se con tanta certeza que el para siempre no existe y que no debo de forzar nada.
Pero te amo de manera tan loca como desesperada, que solo la idea de no tenerte duele, y duele tanto que aún cuando puedo seguir llamándote mío y tu puedes seguir llamándome tuya, me da miedo seguir siendo solo nuestros, para que dejes de ser mío sin yo saberlo.
Y esta ese miedo que solo hace que la distancia sea mi enemiga más temida, el tiempo un rápido torbellino y mis sentimientos un peso asfixiante sobre el pecho, cuando lo único que deseo y necesito para dejar de pensar son tus brazos, esos que se han vuelto mi tan amado refugio y que muero de miedo al solo pensar en nunca poder volverlos a tocar.