No tenga yo jamás contentamiento,
ni pare hasta el alma el dolor mío,
ira, saña y desdén, pena y desvío
sean la paga al fin de mi tormento;
fálteme al mejor tiempo el sufrimiento,
nunca suspiro oigáis de los que envío,
el corazón tengáis de nieve frío
ante el ardor que a vuestra causa siento;
de otro os pueda ver enamorada,
reíros de mi mal, menospreciarme,
ni de cuanto dijere creáis nada,
si basta otra beldad a enamorarme;
ni la busco, ni quiero, ni me agrada,
ni puede, sino vos, cosa agradarme.