«No más, como solía, jocundo y vago
te veo correr dorando tu ribera,
mas, turbio de mis lágrimas, la fiera
llama creer que yo llorando apago.
»Ya no te muestra el cielo aquel halago
con que suele adornar tu primavera,
ya no es tu claridad la que antes era».
decía Pireno contemplando el Tago.
«¿Qué será de ti, mísero Pireno,
—tornó a decir llorando—, si el pasado
tiempo no torna alegre cual solía?»
Vandalio, que el dolor de mal ajeno
hacía recordar su propio estado,
lloraba de piedad mientras le oía.