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Cruza callada, y son sus movimient… silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar, recu… del himno alado la cadencia rítmic… Los ojos entreabre, aquellos ojos
Si al mecer las azules campanillas de tu balcón crees que suspirando pasa el vient… murmurador, sabe que, oculto entre las verdes…
En Sevilla, y en mitad del camino que se dirige al convento de San Jerónimo desde la puerta de la Macarena, hay, entre otros ventorrillos célebres, uno que, por el lugar en que está col...
Margarita lloraba con el rostro oculto entre las manos; lloraba sin gemir, pero las lágrimas corrían silenciosas a lo largo de sus mejillas, deslizándose por entre sus dedos para caer e...
Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno y andar... andar. Moviéndose a compás, como una estú…
Una mujer me ha envenenado el alma… otra mujer me ha envenenado el cue… ninguna de las dos vino a buscarme… yo, de ninguna de las dos me quejo… Como el mundo es redondo, el mundo…
Los invencibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman… el cielo se deshace en rayos de or… la tierra se estremece alborozada. Oigo flotando en olas de armonía
No dormía: vagaba en ese limbo en que cambian de forma los objeto… misteriosos espacios que separan la vigilia del sueño. Las ideas que en ronda silenciosa
Su mano entre mis manos, sus ojos en mis ojos, la amorosa cabeza apoyada en mi hombro. ¡Dios sabe cuántas veces,
¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y, a su beso de lumbre, brillar las olas y encenderse el a… ¡Qué hermoso es tras la lluvia
Hace algunos meses que, visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos o tres cuaderno...
Tú eras el huracán, y yo la alta torre que desafía su poder. ¡Tenías que estrellarte o que abat… ¡No pudo ser! Tú eras el océano; y yo la enhiest…
Sobre la falda tenía el libro abierto; en mi mejilla tocaban sus rizos negros; no veíamos las letras
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas…
Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma u… y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en la… Yo quisiera escribirle, del hombre
