Tus manos, un cincel,
me hicieron escultura
de arcilla y filigrana.
Mi barro es de tus búsquedas,
tu plata es mi sonrisa,
con la mirada lánguida.
Tu oro dibuja estrellas
sobre mi calma y miedos.
Yo soy tu creación.
Puedo tocar tu piel
aunque yo habite un cuerpo
sin alma ni esperanza.
Nací del barro estéril
y soy un vientre infértil.
Tus ojos deseosos
me insuflaron luz,
más no podré fundirme
con tu sangre jamás.
Tus silencios deshacen
mis débiles cimientos.
Tengo un corazón de ámbar
con sueños incrustados
frágiles, moribundos.
Vibran para morir.
El viento de tu olvido
sabe desmoronarme.
Me desplomo a tus pies.