Gonzalo F. Rosales

208. Solías colorear mis grises

No se llega a un hombre de hojalata solo quedándote con lo bonito. Gracias por ayudarme a madurar

Lágrimas de las tormentas más recónditas.
Cual desastre en Africa, falto de portadas.
Las mismas caricias no funcionan en acero,
las mismas caricias,
los mismos deseos.
 
Molestias tan mías que llevan mis apellidos,
grises para muchos, oscuros para algunos.
Tú, cual comodín participas entre ellos.
Conoces sus pasados, sus orgullos, sus miedos.
 
Tan soporte en sueños y daga por las mañanas.
Nuestra idea hasta viejos se hizo anécdota.
Tu mano ya no me acaricia cuando rompo,
mis demonios me preguntan dónde andas.
 
¿Dónde? Será en los mensajes tan cortantes,
en las inseguridades, en los silencios.
En esos meses tan ajenos,
en ese tiempo tan parco y más polémico.
 
Probablemente estás en los ojos rojos,
mis ojos palpitantes el último día que te vi.
En esa noche infinita, donde me volví de hierro.
Mi madre sin saber como calmar el tormento.
 
Tus caricias ahora heladas en mis sueños.
Tan influyente, tan punzante.
Tus fotos balas, tus palabras flechas.
Antes tan nuestro, ahora tan gris,
Chasquido de tus dedos: de una canción a lo más vil.
 
Me aterra saber que tanto tenías de mi mente.
El punto al cual te conocen mis temores,
Que al recordarte, sentimientos encontrados.
Un niño adulto, adolescente, niño en pena.
 
Es uno de esos días en los que te hablaría,
haríamos catarsis, intercambios de joda.
Pero ahora solo es una lágrima,
Hombre de hojalata.
Pena que no logro llorar del todo.
 
GFRC

¿Acaso los felices?

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