—A mí el que me gusta es el caballo para pintar la
velocidad con tal que nos dure
el juego hasta que sea
grande y tenga harta pero harta
libertad como para ir por ejemplo
a París y estar aquí
a la vez sin
necesidad de plata, por ir,
sólo por ir y preguntar si vivo
ahí o
aquí no más estoy viviendo.
Cuando tenga cuatro me largo.