Agüita clara de mi arroyo
que se escurre entre mustias manos
a ti que tantos versos te han escrito
tan fresca y dulce como el verano
agüita del arroyo cristalino
como el Manantial de la Doncella
anhelada tu rabieta por el campo
que al pisar el lodo queda mi huella
lloriqueo de cascadas estruendosas
donde ríos y cenotes se escapaban
como cautivas gotas liberadas
pues lo cirros en lo alto que te abrazan
del raudal bajan siendo toneladas
donde Angustia y Melanco chapoteaban