y que la tierra tiemble estremecida
y que los volcanes exploten de calenturas
y que el cielo transpire de excitación
y que seduzcan las aves con su canto
y que los ríos acaben en el mar
y que las cascadas eyaculen en el ojo de agua
y que los geiseres sulfuren su ardiente saliva
y que esta tormenta no pare, no pare, no pare