Las mañanas cambiaron su signo conocido.
Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta
Es diferente.
Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día,
Cantos de tiempos clandestinos
Sonando audaces, altos desde la mesa de noche
Y me levanto y salgo y veo compas atareados
Lustrando sus botas o alistándose para el día
Bajo el sol.
Ya no hay oscuridad, ni barricadas,
Ni abuso del espejo retrovisor
Para ver si me siguen.
Ahora mi aire de siempre es más mi aire
Y este olor a tierra mojada y los lagos allá
Y las montañas
Pareciera que han vuelto a posarse en su lugar,
A enraizarse, a sembrarse de nuevo.
Ya no huele a quemado,
Y no es la muerte una conocida presencia
Esperando a la vuelta de cualquier esquina.
He recuperado mis flores amarillas
Y estos malinches de mayo son mas rojos
Y se desparraman de gozo
Reventados contra el rojinegro de las banderas.
Ahora vamos envueltos en consignas hermosas,
Desafiando pobrezas,
Esgrimiendo voluntades contra malos augurios
Y esta sonrisa cubre el horizonte,
Se grita en valles y lagunas,
Lava lágrimas y se protege con nuevos fusiles.
Ya se unió la historia al paso triunfal de los guerreros
Y yo invento palabras con que cantar,
Nuevas formas de amar,
Vuelvo a ser,
Soy otra vez,
Por fin otra vez,
Soy.