Gilberto Owen Estrada

Día trece. El martes

Pero me romperé. Me he de romper, granada
En la que ya no caben los candentes espejos biselados,
Y lo que fui de oculto y leal saldrá a los vientos:
 
Subirán por la tarde purpúrea de ese grano,
O bajarán al ínfimo ataúd de ese otro,
Y han de decir: “Un poco de humo
Se retorcía en cada gota de su sangre.”
Y en el humo leerán las pausas sin sentido
Que yo no escribí nunca por gritarlas
Y subir en el grito a la espuma de sueño de la vida.
 
A la mitad de una canción, quebrada
En áspero clamor de cuerda rota.
Preferido o celebrado por...
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