Centinela, despierta,
gira la luz del faro,
reloj horizontal de luminosa aguja.
Desde el Norte hasta el Norte, a la derecha,
todos los rumbos del cuadrante.
Y el haz de su destello,
una detrás de otra,
va iluminando todas las estelas,
la del mercante rumbo al mar del Norte,
la del patache lento,
paciente caracol de cabotaje,
y la del trasatlántico
que navega hacia América.
Y al dar la vuelta el faro las bendice.
Brúuja, si tu rosa
es la náutica rosa de los vientos,
tu luz, faro piadoso,
es la celeste estrella de las luces.
Un día morirá en una postura.
Torrero, tú lo sabes,
pero no cuál será.
Engrasa bien su noria.
Así la mula, con la venda puesta,
nunca adivina el rumbo, y obedece.
De versos humanos