I
¿En dónde tejemos la ronda?
¿La haremos a orillas del mar?
El mar danzará con mil olas
haciendo una trenza de azahar.
¿La haremos al pie de los montes?
El monte nos va a contestar.
¡Será cual si todas quisiesen,
las piedras del mundo, cantar!
¿La haremos, mejor, en el bosque?
La voz y la voz va a trenzar,
y cantos de niños y de aves
se irán en el viento a besar.
¡Haremos la ronda infinita!
¡La iremos al bosque a trenzar,
la haremos al pie de los montes
y en todas las playas del mar!
II
LA MARGARITA
El cielo de Diciembre es puro
y la fuente mana, divina,
y la hierba llamó temblando
a hacer la ronda en la colina.
Las madres miran desde el valle,
y sobre la alta hierba fina,
ven una inmensa margarita,
que es nuestra ronda en la colina.
Ven una margarita blanca
que se levanta y que se inclina,
que se desata y que se anuda,
y que es la ronda en la colina.
Era este día abrió una rosa
y perfumó la clavelina,
nació en el valle un corderillo
e hicimos ronda en la colina...
III
INVITACIÓN
¿Qué niño no quiere a la ronda
que está en las colinas venir?
Aquellos que se han rezagado
se ven por la cuesta subir.
Vinimos los niños buscando
por viñas, majadas y hogar.
Y todos cantando se unieron
y el corro hace el valle blanquear...
IV
DAME LA MANO
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina, y nada más.
V
LOS QUE NO DANZAN
Una niña que es inválida
dijo: -«¿Cómo danzo yo?»
Le dijimos que pusiera
a danzar su corazón...
Luego dijo la quebrada:
-«¿Cómo cantaría yo?»
Le dijimos que pusiera
a cantar su corazón...
Dijo el pobre cardo muerto:
-«¿Cómo, cómo danzo yo?»
Le dijimos: -«Pon al viento
a volar tu corazón...»
Dijo Dios desde la altura:
-«¿Cómo bajo del azul?»
Le dijimos que bajara
a danzarnos en la luz.
Todo el valle está danzando
en un corro bajo el sol,
y al que no entra se le hace
tierra, tierra el corazón.
VI
LA TIERRA
Danzamos en tierra chilena,
más suave que rosas y miel,
la tierra que amasa a los hombres
de labios y pecho sin hiel...
La tierra más verde de huertos,
la tierra más rubia de mies,
la tierra más roja de viñas,
¡qué dulce que roza los pies!
Su polvo hizo nuestras mejillas,
su río hizo nuestro reír,
y besa los pies de la ronda
que la hace cual madre gemir.
Es bella, y por bella queremos
su césped de rondas albear;
es libre y por libre queremos
su rostro de cantos bañar...
Mañana abriremos sus rocas,
la haremos viñedo y pomar;
mañana alzaremos sus pueblos:
¡hoy sólo sabemos danzar!
VII
JESÚS
Haciendo la ronda,
la montaña no arde.
El sol ha caído;
se nos fue la tarde.
Pero la ronda seguirá,
aunque en el cielo el sol no está.
Danzando, danzando,
la viviente fronda
no lo oyó venir
y entrar en la ronda.
Ha abierto el corro, sin rumor
y al centro está hecho resplandor.
Callando va el canto,
callando de asombro.
Se oprimen las manos,
se oprimen temblando.
Y giramos a Su redor
y sin romper el resplandor.
Ya es silencio el coro,
ya ninguno canta:
se oye el corazón
en vez de garganta.
¡Y mirando Su rostro arder,
nos va a hallar el amanecer!
VIII
TODO ES RONDA
Los astros son ronda de niños,
jugando la tierra a mirar...
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular... a ondular...
Los ríos son rondas de niños
jugando a encontrarse en el mar...
Las olas son rondas de niñas,
jugando este mundo a abrazar...