Gabriela Mistral

A la Virgen de la Colina

A beber luz en la colina,
te pusieron por lirio abierto,
y te cae una mano fina
hacia el álamo de mi huerto.
 
  Y he venido a vivir mis días
aquí, bajo de tus pies blancos.
A mi puerta desnuda y fría
echa sombra tu mismo manto.
 
  Por las noches lava el rocío
tres mejillas como una flor.
¡Si una noche este pecho mío
me quisiera lavar tu amor!
 
  Más espeso que el musgo oscuro
de las grutas, mis culpas son;
es más terco, te lo aseguro,
que tu peña, mi corazón!
 
  ¡Y qué esquiva para tus bienes
y qué amarga hasta cuando amé!
El que duerme, rotas las sienes,
era mi alma ¡y no lo salvé!
 
  Pura, pura la Magdalena
que amó ingenua en la claridad.
Yo mi amor escondí en mis venas.
¡Para mí no ha de haber piedad!
 
  ¡Oh! creyendo haber dado tanto
ver que un vaso de hieles di!
El que vierto es tardío llanto.
Por no haber llorado ¡ay de mí!
 
  Madre mía, pero tú sabe:
más me hirieron de lo que herí.
En tu abierto manto no cabe
la salmuera que yo bebí;
 
  en tus manos no me sacudo
las espinas gane hay en mi sien.
¡Si a tu cuello mi pena anudo
te pudiera ahogar también!
 
  ¡Cuánta luz las mañanas traen!
Ya no gozo de su zafir.
Tus rodillas no más me atraen
como al niño que ha de dormir.
 
  Y aunque siempre las sendas llaman
y recuerdan mi paso audaz,
tu regazo tan sólo se ama
porque ya no se marcha más...
 
  Ahora estoy dando verso y llanto
a la lumbre de tu mirar.
Me hace sombra tu mismo manto.
Si tú quieres, me he de limpiar.
 
  Si me llamas subo el repecho
y a tu peña voy a caer.
Tú me guardas contra tu pecho.
(Los del valle no han de saber...)
 
  La inquietud de la muerte ahora
turba mi alma al anochecer.
Miedo extraño en mis carnes mora.
¡Si tú callas, que voy a hacer!
Autres oeuvres par Gabriela Mistral...



Haut