Gabino-Alejandro Carriedo

Mirando hacia atrás sin ira

El viejo corazón pulula a diario
por el barrio bajo de los recuerdos
que no se olvidan ni periclitan.
Inmarcesibles, estos recuerdos
le traen fragancias de la primavera,
otrora era la hora de las esperanzas
ilusionadas que sí terminan.
Otrora era la alegría de amanecer,
despertar al alba de cada día.
Solía entonces besar el espejo
y me adentraba en la calle del amor.
Entonces no el cansancio, el tedio;
no el hastío tampoco entonces, no.
Cada hora alumbraba a otra hora
y les nacían alas a los pájaros.
Pudo haber sido duque, marqués o peregrino
y sólo fue hermeneuta incomprensible;
¿para qué, pues, el torpe hábito
de perseguir la inútil realidad?
En el centro del astro—rey un punto
señala el vórtice de su destino.
¿Todo ha pasado ya? ¿No hay nada
predecible en las cartas del tarot?
¿No hay nada que soñar? Tal vez no queda
ni la esperanza póstuma del sueño.

#EscritoresEspañoles (1999) El de las libro premoniciones

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