el naufrago
Me encuentro en esos momentos perdido, divagando, haciendo lo que me plazca por instantes, ante la inmune manera de soltar. ¿Qué fue lo que de mí se perdió? ¿Cómo fue que las lagunas de la mente habitan ya en mi realidad? Se distorsiona lo que pienso, digo y hago al mismo tiempo. Me pueden hablar, sin interés, muestro nula pleitesía; disoció mi rutina con la imaginación que me lleva a un más allá, que me permite flotar sin preocuparme por la realidad. En silencio, acostado mirando al techo, mil preguntas me hago, siento que me ahogo en mis pensamientos, miento si digo que no vivo entre mis recuerdos, cuerdo es algo que hace mucho no me siento, tiento a la parca que me lleve en su barca y me haga sentir un monarca mientras enmarca que la vida se me escapa, y en un mapa se ve como en una bolsa todas mis pisadas borrando van desapareciendo. Viendo cómo todo poco a poco se va dando, escribiendo mis últimas palabras; sollozos en silencios van anunciando que una tormenta se va acercando. El silencio se convierte en ruido, cuando el sentimiento es lo que brota y la mente en blanco se comporta. conforta el entender que, aunque la noche es más oscura antes del amanecer, el sol vuelve aparecer. Lo que parece ser tristeza ahora, mañana será un recuerdo entre la sonrisa de una batalla ganada. Y nada de lo que hemos vivido es en vano; todo quedará lejano, disfrazado de pasado, mientras disfrutamos del presente y vivimos deseando un futuro que aún no es muy consistente. El alma presiente lo inminente, abraza el dolor en la soledad y la penumbra de la oscuridad, sonríe con calidez y brillo del amanecer. Nada eterno, pero todo es efímero. Somos un ciclo, pero pretendo discernir que siempre podemos crecer, que somos una raza en constante evolución, que la sabiduría es infinita, pero finito el tiempo de vida.
