El eco del vacío
Caminan entre sombras,
sin mirar el suelo que pisan,
porque ya no hay tierra,
solo polvo que se levanta
como recuerdos rotos.
El aire está lleno de promesas vacías,
de palabras que no se quedan
ni un segundo en los labios,
se escurren,
como si nunca hubieran sido dichas.
Se creen dueños del tiempo,
pero no hay futuro
en lo que han hecho de este presente.
El ayer les pertenece,
el hoy les resbala,
y el mañana...
ese ya no importa.
¿De qué sirven las manos extendidas
cuando nadie quiere tocarlas?
¿De qué sirven los gritos
si ya no hay oídos dispuestos a escuchar?
Nos han vendido la esperanza
como si fuera un billete de lotería,
pero el boleto está caducado
y el premio nunca existió.
Las calles hablan,
pero ya nadie escucha.
Cada rincón es un eco mudo
de una conciencia adormecida
que se arrastra,
que sigue el ritmo de una música rota,
de promesas susurradas
y olvidadas al instante.
¿Creen que hay tiempo?
¿Creen que habrá una salida
cuando el camino está tapado por escombros
y los ojos ya no pueden ver?
Siguen buscando respuestas
en las mismas preguntas,
pero no hay solución
cuando ya hemos perdido el rumbo,
cuando la máquina sigue su marcha
y ya nadie sabe si las ruedas giran
o si estamos solo esperando
a que todo se derrumbe,
en silencio,
sin que nadie se atreva a mirarlo.
