No sé por qué me inquieta tanto tu modo de no decir,
tu forma de estar sin molestar,
tu silencio que no pesa,
pero se queda.
A veces te veo y pienso:
“¿Qué es esto que me despierta alguien
que no me busca?”
Porque no hay promesas.
Ni planes.
Ni gestos.
Solo una atención que no espera recompensa.
Y eso—quizás por eso—me toca.
No quiero sacarte de donde estás.
No me interesa poner nombre a lo que no se nombra.
Pero noto algo.
Una ternura contenida.
Una complicidad sin historia.
Y pienso, en voz baja:
si hubiera sido otro tiempo...
Si yo estuviera en otra etapa,
y vos también,
quizás esto sería algo más
que esta dulce incertidumbre.
Pero por ahora,
me basta saber
que cuando cruzamos la mirada,
algo se entiende
sin necesidad de palabras.