Crisálida de sarro y de miserias,
banco sin alma, costra de persona,
que en oro ves virtud, y en la corona
de tu mugre, blasón de tus bacterias.
Sesenta otoños, cien miserias serias,
sin hijos, sin caricia que emociona,
tus uñas guardan pan de otra semana
y en tu cabello anidan las bacterias.
Madre demencia grita en la tiniebla
y tú la dejas sola por doblones,
¡que el alma vendes por monedas ciegas!
No vistes, no te lavas, no razonas,
y aún crees que vivir son sumaciones:
¡Te hallarán tiesa entre ratas y legajos!