A pesar de todo
No sé cómo te las arreglás
pero volvés.
en la curva de un olor,
en la canción que no quería escuchar,
en ese silencio que se me sienta al lado
cuando me acuesto tarde
para no soñar.
Te aparecés
como se aparece el hambre
cuando uno ya había cenado.
Como un relámpago mudo
que no cae
pero me parte.
Y yo te dejo.
Te dejo entrar.
Aunque vengas con los pies mojados
de tanto pasado.
Aunque ya no digas nada
ni tengas dónde quedarte.
Porque hay amores
que no se explican
ni se terminan.
Y vos—qué ironía—
fuiste los dos.
Me salvaste de mí
cuando no era nadie,
y después me dejaste
conmigo.
Y aún así,
te sigo esperando
como el árbol espera al viento
aunque le parta las ramas.
No es orgullo esto,
ni locura.
Es apenas costumbre.
Costumbre de esperarte
como quien espera
lo que sabe
que no vuelve.
