Tú solo, bello niño, puedes entrar a un parque.
Yo entro a ciertos verdes, ciertas hojas o aves.
Tú solo, bello niño, puedes llevar la ropa
ausente del difunto, distraída y remota.
La ropa dibujada, el sombrero del ave.
Tú solo en ese reino indisoluble y grave
has tocado la magia de lo exterior, las cosas
indecibles. Yo llevo la ropa maliciosa
del que de muerte sabe y de amarga inocencia.
Tú no sabes que tienes toda posible ciencia.
Mas ay, cuando lo sepas, el parque se habrá ido,
conocerás la extraña lucidez del dormido,
y por qué el sol alumbra tus álamos de oro
los dora hoy con palabras y días melancólicos.