Me vi mirándome desde lejos,
inmóvil se me termino el día,
paralizada la noche vio mi rostro,
ante un espejo casi imperfecto.
¿Qué he de amar?
Yo que me he amado y me he perdido,
¿La estatua inmóvil?
¿Los cuerpos amedrentados?
Ya no queda nada ni nadie,
ni el viento que toca mi cara.
Me gritaron desde lejos:
¿A dónde vas?
¿Y tú de dónde has venido?
Y respondí sinceramente:
No busco nada, ni voy a ningún sitio.
Solo he de querer perderme.
Despojarme ya del cuerpo...
y de la mente.