Fernando Viveros Collyer

Composiciones en la trilogìa: poesìa-danza-filosofìa

CONSIDERACIONES TEÒRICAS PARA ESTAS COMPOSICIONES

Ponencia  en Bajo la Mesa Verde
Buenos dìas
Primera parte / Fenomenología del asunto: elementos de obra a explorar en las composiciones de formas entre danza, filosofía y poesía
Voy a comenzar con unas pocas proposiciones ordenadas por números.
1
Respecto de las relaciones –vínculos y rechazos—que me interesan entre danza y filosofía y poesía como campos de haceres, saberes o prácticas, reconocidas para nosotros en ciertas especificidades –y, metodológicamente en primer lugar, entre danza y filosofía—debo decir que aquí, en este intento, nos acercamos a una relación no de una filosofía DE la danza, de una filosofía ACERCA de la danza, o un comentario filosófico acerca de algún elemento de algún tipo o forma dancística, sino de filosofía EN la danza, desde ella misma, desde algunas de las formas dancísticas, y apareciendo ciertos de sus elementos constitutivos como proposiciones de conformación filosófica. Se trata de unos ensayos de inmersión en los fenómenos.
De un modo semejante, se trata de ver y percibir cómo en la danza, en sus quehaceres, se dan algunas formas y composiciones de elementos susceptibles de ser rastreados hasta ciertas proposiciones filosóficas de algunas corrientes interesantes de la tradición filosófica. Se trata de percibir ensayos de presentación de conceptos desde los cuerpos mismos, que tienen como fuente esos cuerpos, y se dan anteriores a alguna preinterpretación cualquiera desde unos conceptos ya constituidos en alguna filosofía. Se trata de comprender que esos cuerpos están haciendo cierta filosofía antes que cualquier filosofía los tome en observación y comentario. Una hipótesis relevante aquí dice que es posible que esos cuerpos puedan mostrar ciertas comprensiones filosóficas que la misma filosofía no ha percibido.
Es decir, movimientos de cuerpos humanos y discursos de conceptos abstractos se intercambian entre ellos. De cuerpos a conceptos y de conceptos a cuerpos. En estos espacios, fáciles o difíciles, se juegan las posibilidades de obra que estoy explorando.

2
O sea, ensayamos, estudiamos y hacemos obra con los fenómenos y hechos de experiencia que se nos dan cuando entramos a las posibilidades e imposibilidades de que una forma o corriente dentro de la tradición múltiple de la filosofía, de algunos conceptos y proposiciones, se sitúe participando dentro de las prácticas y propuestas de una forma dancística. Es decir, que esos conceptos puedan devenir corporalidades, no en las formas metafóricas que pueden venirse precipitadamente a nuestra mente, sino como alguna suerte de transformaciones que les surjan a esos conceptos para volverse ciertos movimientos corporales muy concretos.
Paralelamente, nos encontramos ensayando, estudiando y haciendo obra con los fenómenos y hechos de realidad, cuando situados dentro de las posibilidades e imposibilidades de que una forma de la práctica de danza, sus propuestas de modos y calidades de movimientos de cuerpos humanos, se posicione interviniendo ella, desde ella, los conceptos y proposiciones de una forma filosófica. En unas maneras a explorar, como confirmaciones u objeciones para las condiciones internas de alguna filosofía. Esto es, como movilizaciones de cuerpos deviniendo posibilidades de formas conceptuales. Cuando alguna danza o aspecto de una forma dancística, de pronto se nos manifiesta interviniendo lo que provisoriamente podemos llamar la “puesta en acto” de una filosofía.
Para decirlo sencilla, y quizás brutalmente, en un caso la filosofía se hace danza y en el otro la danza se hace filosofía. Y en un juego de ir y venir entre sus lenguajes. En todos los casos, no al modo de metáforas una de la otra, sino como constitutivas sus formas mutuas.

3
Por otro lado, mis experiencias con la danza ocupan algunas formas o corrientes de la llamada danza moderna o contemporánea de Occidente –y también otras como el flamenco español, y prácticas orientales—, y solamente dentro de ellas me hallo legitimado para tener percepciones y hacer observaciones que resulten pertinentes. No es el caso con mis prácticas y conocimientos de la danza dentro del llamado ballet clásico, que son muy reducidas –y con las cuales no me siento capaz de trabajar. En todo caso, debo hacer una hipótesis que indica que las formas y tradiciones de la danza, cada una a su manera, puede manifestarse también como su propia filosofía, y estar construida propiamente como forma respecto de elementos reconocibles en alguna filosofía explícita o implícita.
Y que las formas y tradiciones dentro de la filosofía, sabiéndolo o no sabiéndolo, se han elaborado también desde posiciones y gestos de cuerpos humanos; sin duda los cuerpos y gestualidades de los fundadores de las escuelas filosóficas –como Aristóteles usaba hacer su filosofía caminando y paseando un recorrido (cosa que la filosofía misma olvida y simplemente dejó de percibir como parte del fenómeno). Como Sócrates conversando, gesticulando, en el escenario del ágora ateniense.

Es necesario señalar aquí que mi propuesta incluye una colaboración en simultánea con un coreógrafo de formación disciplinaria y un filósofo de formación académica. Con ellos trabajo todos aquellos elementos que podemos llamar técnicos, que corresponden a la forma dancística puesta en ensayo, y, a su lado, con un filósofo que puede apoyarme en la conformación más rigurosa de los conceptos puestos en juego.
Hasta cierto punto, puedo yo mismo ocupar esta última posición, pero lo trato de evitar ya que comprendo mi labor más bien atenta a los momentos mismos de relaciones y bloqueos, de aperturas y transformaciones de lenguajes. Precisamente las posibilidades que me entrega el haber experimentado, creo que suficientemente, dentro de las prácticas de danza y dentro de las teorías filosóficas, me debieran permitir actuar en esas (in)comunicaciones.
Los descubrimientos, positivos y negativos, de estas composiciones, los vamos entonces sumando y combinando hacia la creación de obra e identidad de “personajes”, a la manera de experiencias de relato.

4
Un momento de atención especial a los fenómenos y hechos que se nos dan en estas elaboraciones, debemos entregarlo mirando a los campos de las danzas, a las posibilidades de apertura de esos campos, como señalando la instalación de ciertas transformaciones específicas en el hacer de los cuerpos, o la aparición de una novedad interesante que pueda resultar reconocible desde unas intervenciones filosóficas –reteniendo que aquí no buscamos hacer surgir guiones, consignas, orientaciones más o menos agudas o desatinadas para coreografías, desde un exterior a las coreografías mismas.
De un modo semejante, tratamos de prestar máxima atención a los fenómenos y hechos de experiencia, cuando en ellos puede aparecer una transformación de los campos de la filosofía como resultado de las permanencias, al lado de ellos, de las influencias y pertinencias que plantean ciertas formas dancísticas. En esto, no podemos predecir si acaso puede o no darse la necesidad de formación de nuevos conceptos filosóficos, o variaciones en aquellos en uso.

5
El fenómeno de la obra pareciera señalar las posibilidades de transformaciones y variaciones en las formas de ambos campos puestos en relación. Que una cierta forma de danza pueda ofrecer composiciones de movimiento nuevas, o, quizás, el redescubrimiento de elementos olvidados u ocultos. O que una corriente filosófica se descubra haciéndose de nuevos conceptos o proposiciones, o de antiguos elementos olvidados u ocultos, como resultado de su exposición a la danza.
Estas son algunas posibilidades de obra. Pero también hay otras que ya no refieren lo encontrado y compuesto a ninguna forma de danza ni forma filosófica reconocida. Es decir, siempre habría que estar atento y abierto a la aparición de una, digamos, tercera forma de obra. Una que solicite, por ejemplo, una denominación otra. Tal vez un nombre nuevo. Y donde tampoco hay que prejuzgar que eso tercero posible resulte en algún tipo de redescubrimiento de obra con un nombre y práctica antiguas. O de tradiciones perdidas en algún espacio y algún tiempo, territorios e historia.
Hasta ahora, mis experiencias iniciales señalan que estas tres posibilidades están en juego, y que resulta solamente cuestión de voluntades e persistencias, para que hagamos aparecer formas más complejas de lo buscado.

6
Un ejemplo de nombre, dicho de manera sintética, puede echar luz a lo que digo. Esa forma tercera respecto de danza y filosofía podría llamarse “rito y ritualidad”. Es decir, tal vez como una nueva capacidad de retorno, o un retorno transformado, a formas de experiencia humana que parecieran de pronto cerradas a nuestra comprensión.
Este tercer momento se vuelve todavía más interesante cuando advertimos que, hasta ahora, solamente hemos puesto en juego la danza y la filosofía, y permanecen a nuestro lado las sugerencias y eficacias que puedan sostener la poesía y las formas poéticas. En esta exposición que ofrezco a sus consideraciones, tal vez la participación de la poesía, por las extensiones de discurso que implica una ponencia, solo pueda quedar en esas sugerencias. Pero creo que las modalidades de composición que mostramos con danza y filosofía, ya adelantan cómo ocurriría la aparición de un tercer arte para conformar este trípode o mesa de tres patas.
Lo cual es todavía poco decir pues la poesía y las formas poéticas pueden introducir novedades decisivas respecto de las maneras que nos han posibilitado las relaciones de esas danzas y esas filosofías. Señalo, especialmente, las aparentes capacidades poéticas de enviar un elemento o cosa a otro elemento o cosa, de pasar entre ámbitos de realidad diferentes con facilidades y astucias. Creo que esta novedad del tercer incluido se produce efectivamente en el juego que estamos emprendiendo.

————————

Otras obras de Fernando Viveros Collyer...



Arriba