Los poemas no deberían ser explicados. Son libres para proponer nuevas experiencias.
Ellos pueden explicarse por sí mismos. En eso consiste una parte importante de su valor.
Un poema se explica cuando es recibido. Cuando hacemos para que nos pueda afectar.
Y las transformaciones, pequeñas y grandes, implícitas o evidentes, significan sus explicaciones.
Pero, a veces, podemos ofrecer algunas explicaciones. En este caso, respecto del poema de la semana pasada,
escribí otro, donde a cada línea del primero corresponde la misma línea en el segundo.
El primero se llama III, y el segundo se llama III b