Félix María de Samaniego

Las ranas pidiendo rey

Fábula

Sin Rey vivía, libre, independiente
 
el pueblo de las ranas felizmente.
 
La amable libertad sola reinaba
 
en la inmensa laguna que habitaba;
 
mas las ranas al fin un rey quisieron,
 
a Júpiter excelso lo pidieron;
 
conoce el dios la súplica importuna,
 
y arroja un Rey de palo a la laguna:
 
Debió de ser sin duda buen pedazo,
 
pues dio Su Majestad tan gran porrazo,
 
que el ruido atemoriza al Reino todo;
 
cada cual se zambulle en agua o lodo,
 
y quedan en silencio tan profundo
 
cual sino hubiese ranas en el mundo.
 
Una de ellas asoma la cabeza,
 
y viendo la real pieza,
 
publica que el Monarca es un zoquete.
 
Congrégase la turba, y por juguete
 
lo desprecian, lo ensucian con el cieno,
 
y piden otro Rey; que aquel no es bueno.
 
El padre de los dioses, irritado,
 
envía a un culebrón, que a diente airado
 
muerde, traga, castiga,
 
y a la misma grey al punto obliga
 
a recurrir al Dios humildemente.
 
«Padeced, les responde, eternamente;
 
que así castigo a aquel que no examina
 
si su solicitud será su ruina.»
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