Félix María de Samaniego

La mona corrida

Fábula

El autor a sus versos.
 
Fieras, aves y peces
 
corren, vuelan y nadan,
 
porque Júpiter Sumo
 
a general congreso a todos llama.
 
Con sus hijos se acercan,
 
y es que un premio señala
 
para aquel cuya prole
 
en hermosura lleve la ventaja.
 
El alto regio trono
 
la multitud cercaba,
 
cuando en la concurrencia
 
se sentía decir: la mona falta.—
 
Ya llega, dijo entonces
 
una habladora urraca,
 
que, como centinela,
 
en la alta punta de un ciprés estaba.
 
Entra rompiendo filas,
 
con su cachorro ufana,
 
y ante el excelso trono
 
el premio pide de hermosura tanta.
 
El dios Júpiter quiso,
 
al ver tan fea traza,
 
disimular la risa,
 
pero se le soltó la carcajada.
 
Armose en el concurso
 
tal bulla y algazara,
 
que corrida la mona,
 
a Tetuán se volvió desengañada.
 
¿Es creíble, señores,
 
que yo mismo pensara
 
en consagrar a Apolo
 
mis versos, como dignos de su gracia?
 
Cuando, por mi fortuna,
 
me encontré esta mañana,
 
continuando mi obrilla,
 
este cuento moral, esta patraña,
 
yo dije a mi capote:
 
¡Con qué chiste, qué gracia
 
y qué vivos colores
 
el jorobado Esopo me retrata!
 
Mas ya mis producciones
 
miro con desconfianza,
 
porque aprendo en la mona
 
cuanto el ciego amor propio nos engaña.
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