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Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientr… Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dient… Mil caballitos persas se dormían
En Viena hay diez muchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la mañana en el museo de la escarcha.
La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma…
Córdoba. Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos
Lo llevan puesto en mi sábana mis adelfas y mi palma. Día veintisiete de agosto con un cuchillito de oro. La cruz. ¡Y vamos andando!
El magnífico sauce de la lluvia, caía. ¡Oh la luna redonda sobre las ramas blancas!
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
En lo alto de aquel monte hay un arbolito verde. Pastor que vas, pastor que vienes. Olivares soñolientos
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará
Marzo pasa volando. Y Enero sigue tan alto. Enero, sigue en la noche del cielo.
Por una vereda venía Don Pedro. ¡Ay cómo lloraba el caballero! Montado en un ágil
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
La canción, que nunca diré, se ha dormido en mis labios. La canción, que nunca diré.
El cielo nublado pone mis ojos blancos. Yo, para darles vida, les acerco una flor amarilla.
Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces