Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,

¡Alto pinar! Cuatro palomas por el aire van. Cuatro palomas vuelan y tornan. Llevan heridas

En Viena hay diez muchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la mañana en el museo de la escarcha.

De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros

Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles. El silencio sin estrellas,

La sombra de mi alma Huye por un ocaso de alfabetos, Niebla de libros Y palabras. ¡La sombra de mi alma!

Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas

Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,

La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime

Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y ho… Este llanto de sangre que decora

Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,