El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos. Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo. ¡Ay, amor

¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!

Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos. Tú... por lo que ya sabes. ¡Yo la he querido tanto!

Tú nunca entenderás lo que te quie… porque duermes en mí y estás dormi… Yo te oculto llorando, perseguido por una voz de penetrante acero. Norma que agita igual carne y luce…

El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo. ¿Qué vendes, oh joven turbia

La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma…

Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura

En la casa se defienden de las estrellas. La noche se derrumba. Dentro, hay una niña muerta con una rosa encarnada

Tienen gotas de rocío las alas del ruiseñor, gotas claras de la luna cuajadas por su ilusión. Tiene el mármol de la fuente

Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos. Tú... por lo que ya sabes. ¡Yo la he querido tanto!

Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes