Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Alfredo Jiménez G.
8aEn 1928 Federico García Lorca publica un libro breve, con dieciocho poemas de intenso dramatismo y vitalidad. En ellos un Pueblo errante, marginado y perseguido adquiere voz universal y el mundo escucha sus querellas, sus pasiones, alegrías y esperanzas. Nos referimos al "Romancero gitano", una de las obras más perfectas en lengua castellana. Uno de los poemas de ese volumen, el valeroso "Romance de la guardia civil española" incubaría el odio irracional que terminaría costándole la vida al gran Poeta y dramaturgo. A esta obra imprescindible pertenece "La casada infiel", el poema por excelencia sobre el espinoso tema del adulterio. García Lorca abunda en atrevidos detalles sobre la aventura ilícita, pero es tan sublime su forma de expresarlos que se anula el escándalo por lo explícito de sus versos. El poema es tan descriptivo que en su lectura nos sentimos inmersos en una obra de teatro o una novela, pero las abundantes metáforas e imágenes no nos permiten olvidar que estamos ante una obra lírica. Junto a los elementos de la noche andaluza, somos mudos testigos de la consumación de ese pecado y sentimos, de manera espontánea, una recóndita emoción inconfesable. Porque la impunidad es seductora, lo mismo que la piel nacarada de esa fingida mozuela y la reticencia de ese gitano legítimo, que acá entre nos, realmente no nos dijo nada...