Evaristo Carriego

¡Por el corazón!

¡Tan colorada la sandía!
¿Será más rica que el melón?
Esta primer tajada es mía:
para ti, prima, el corazón.
 
Ya salió la otra ¡No digo!
Ayer fue lo mismo ¡Es gracioso!
Comenzó a llorar por el higo
que le arrebatara el mocoso
 
del hermano. ¿Más? ¡Enseguida!
¿Volvemos? ¡Pues no se figura
que hay que brindarle cuanto pida:
caramba con la criatura!
 
¡Linda se ha puesto! ¡Sí, señor!,
Se ha puesto lo más regalona
¡No quiere sino lo mejor,
como si tuviese corona!
 
Y, por cualquier cosa no deja
en paz a nadie: se levanta,
y ya oímos alguna queja
de la señorita. ¡La santa!
 
La culpa la tiene abuelita.
¡Es natural! ¡La mima tanto!,
Cuidado con retarla ¡Hijita!,
No sé quién puede con tu llanto.
 
¡Está de mal acostumbrada!
En cuanto la miran se enoja.
¿Negarle algo a ella? ¡No es nada!
¡Claro, hace lo que se le antoja!
 
La pavota se muerde un dedo
de rabia. ¡Cómo patalea!
¡Y pone una cara! ¡Da miedo!
¡Ay Jesús, qué cara tan fea!
 
Fea, sí, fea como un susto.
¿Hasta cuándo con esos gritos?
¡Si lo decíamos de gusto!
Bueno, basta de pucheritos
 
¡Qué zonza! ¡Si será inocente!
¡Derrama cada lagrimón!
¡Llorar de ese modo! ¡Valiente!
¡Y todo por el corazón!

#EscritoresArgentinos (1913) Poemas póstumos

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