Evaristo Carriego

Mientras el barrio duerme

¿Tú, tampoco me has oído?
Bueno, que no se repita
otra vez ese silbido.
¡Eh, muchachos, no hagáis ruido:
se fue a dormir abuelita!
 
Recordando vuestros sustos
continuamente se queja.
Vamos, muchachos, sed justos
y no la deis más disgustos:
cada día está más vieja
 
Ahora se ha vuelto odiosa,
cuando se da a porfiar
¡Se pone de fastidiosa!
Ya lo veis: ¡Por cualquier cosa
no cesa de rezongar!
 
¿Tú, también? Va para rato
que olvidaste tu promesa:
¡Después de romper el plato
le pisas la cola al gato
por debajo de la mesa!
 
¿Conque te muestras violento
porque mi sermón te irrita?
Es inútil ese cuento
No te muevas de tu asiento:
¡Te conozco, mascarita!
 
Si tratas bien el asunto
de hoy ¿Oyes, cabeza hueca?
Y copias lo que te apunto
tendrás a las diez en punto
café con pan y manteca.
 
Y, a propósito, ya veo
que te volcaste la sopa
en la ropa, ¿No?, Yo creo
que comer así es muy feo:
¡Linda te has puesto la ropa!
 
Tú no inquietes a tu hermana
tirándola de la trenza.
¿Respondes de mala gana?
¡Todo por una manzana!
¡Pedazo de sinvergüenza!
 
¿Y tú? ¿Recién te has fijado
que no para de garuar?
¿Al patio así? Ten cuidado,
no salgas desabrigado
que te puedes resfriar.
 
Cae monótonamente
el agua ¡Qué silencioso
el barrio! El perro de enfrente
dejó de ladrar. ¿La gente
se habrá entregado al reposo?
 
Pienso en ellos. En su oscura
mala suerte, y pienso luego
con un poco de ternura:
¿En qué sueño de amargura
se hallará abstraído el ciego?
 
Allá, solo, en el altillo,
moliendo la misma pieza
quizás suena un organillo,
aunque el aire es tan sencillo
no cansa ¡Da una tristeza!
 
Llora el ritmo soñoliento
que tanto gusta a la loca
amiga nuestra. El son lento
¡Toca con un sentimiento!
¿Qué pensará cuando toca?
 
¡Cómo le hace comprender,
noche a noche, al lazarillo,
cuánto le apena el tener
que fumar sin poder ver
el humo del cigarrillo!
 
¿Y los otros? ¿Los huraños
vecinos? La costurera
ya un poquito entrada en años
¿Si serán los desengaños
que la dejaron soltera?
 
Si bien la historia no es clara,
dice la chismografía
que una prima le robara
el novio en su misma cara,
jugando a la lotería.
 
Al fin y al cabo valiera
más olvidar la traición:
pero por esa zoncera
de la pena que le diera
se enfermó del corazón.
 
Otro que lleva una vida
es el haragán de al lado:
¡Y encuentra quien lo convida
a embriagarse! ¡La bebida!
¿Por qué vendrá en ese estado?
 
¿Y ese hombre al que nadie ha oído
hablar en una semana
de vivir casi escondido,
que sale ya anochecido
y vuelve muy de mañana?
 
¿Y aquellos que nos dejaron?
¡Tan obsequiosos y fieles!
El día que se mudaron
recuerdo que nos mandaron
una fuente de pasteles.
 
¿Y la viuda de la esquina?
La viuda murió anteayer.
¡Bien decía la adivina,
que cuando Dios determina
ya no hay nada más que hacer!
 
De los cuatro huerfanitos
no se sabe qué será:
¿A dónde irán? ¡Pobrecitos,
hermanos, los muchachitos
que se quedan sin mamá!
 
Mira, muchacho, la vela
se va a terminar, repasa
tus lecciones de la escuela
Ya se ha dormido la abuela:
¡Qué silencio hay en la casa!

#EscritoresArgentinos (1913) Poemas póstumos

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