Esteban Núñez

Ocho para las cinco

Despierto a las tres de la mañana,
tengo ganas de dormir,
dormir unas cuantas vidas si se puede.
Pero no consigo hacerlo,
tan solo me quedo mirando al techo,
como si mágicamente este me arrullara de ensueño.
El tiempo avanza rápido,
tanto que en las mañanas se siente que vuela,
corre y navega,
y soy un testigo inerte que no duerme,
pero que cuando no duerme,
piensa en ti para pasar el rato.

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