Solemos fingir ante el mundo y las personas, para llegar a este cometido no importa lo que hagamos o digamos, tan solo importa el beneficio que se consiga; una vez conseguido, determinamos si seguimos con la mentira, porque nos gusta ese beneficio y no lo queremos soltar. Llevamos una máscara que cambiamos dependiendo la situación y la persona, siempre estamos listos para usarla, incluso hasta llevar diferentes por si la vida nos toma desprevenidos, pero cuando te presentas al natural, sin ninguna máscara, las personas te menosprecian y desechan; todo porque estamos acostumbrados a las emociones y promesas falsas que generan las personas enmascaradas.