Ya no existe el desierto.
Ya solamente quedan
lugares del encuentro
contigo y con lo Tuyo.
Los lugares secretos
—a la vista de todos—
donde me oculto y vengo
a estar en Ti y contigo:
a olvidar los silencios
ruidosos, sin hondura,
del mundo en que me muevo.
Aquí estoy en lo Tuyo,
en lo mío, en lo nuestro.
¡Lugares luminosos
y oscuros del encuentro!