La puerta de mi casa está cerrada.
Adentro están mis hijos y mi padre.
Mi madre, mis amigos y mi perro.
Y el cuerpo del amor: todas sus sombras.
Adentro crecen árboles y ríos,
y unos veloces potros ya sin dueño.
Y se escuchan palabras, y alguien nace.
Y todos están muertos, y la hierba
es cada vez más verde.
Y todos cantan.
De pie sobre las hojas amarillas,
los estoy acechando desde un sueño.
Y siento que me sueñan, y que hay alguien
que viene a abrir la puerta:
Los dos sueños
se encienden como el día entre los pinos,
cegando a los de adentro y al de afuera
en una sola muerte.
O un nuevo sueño.