Tembloroso y desnudo
como un recién nacido
o un condenado a muerte,
el poema está ya sobre la hoja
—que acogerá su desamparo
o segará su cuello.
Temblorosa y desnuda
entre el muro y la espada,
está la vida, el animal sangrante
que se apresta a saltar
de un frío al otro de la nada.