Deja que en el soneto me consuma
igual que el Ave Fénix en la llama.
El humo, hermano errante de la bruma,
dará al cielo noticia de mi drama.
Deja que la resina que rezuma
el brazo suplicante de la rama
consienta al fin que la ceniza asuma
forma cabal y renovada gama.
Pues si la soledad de mi garganta
pide al fuego su prueba dolorosa
aniquilando todo lo que canta,
no es para decorarse con la rosa,
sino para poner en muerte tanta
centella de una vida más hermosa.