Emil Cerda

¿TE ROBO EL BESO?

No hace mucho, ni tanto, estuve con dos lesbianas. Se pregonaban cómo debería de sentirse su himen por primera vez. Pobrecitas, si entendieran que mi pene tiene malas acciones en el estado de Illinois... Esta carta es para ambas, por si se acuerdan de mi mancha.

El dos de febrero, exactamente cuatro días antes de mi entierro, me invitaron a un cuarteto. Yo no sé algo de baloncesto, no obstante, atino de tres y protesto. ¡Sí! ¿Y si me quejo, qué? El saber es un manantial de meretrices de El Nueve. La ruta veintidós y veintiocho llegan bien lejos, me monté, no me atracaron, me rascaba los rascacielos.

Me invocaron, tomé el aparato, y aloé el dispositivo electrónico.

—¿Icono con tilde o sin i? No, Terrorismo, acabo de partir. Iré con licor tempranísimo.

A penas nos vimos, y nos fuimos al nido. Se desenhebraron al lado mío, y mi amigo, se despertó de un tiro. Tiraron todo abajo, y me miraban mientras estaban chupando... el «helado», que tenía entre mis manos.

Me tocaba la ducha, era la fecha; sus panochas estaban arrechas. La antorcha delgaducha, era la colcha de sus conchas. Deshecha la hembra: una bisexual, la otra, lesbiana, ¡era nuestra lucha! Estaban borrachas, y las gotas de etanol caían en mi contradicha. Estaban hechas las hachas, la sostenía la morocha. Mientras dormíamos, pasaba la cucaracha enfermucha y debilucha; nos espantó, pero la maté, ¡escucha, fue con mi derecha! Las extraño, chicas, de veras; intrínseca e ilógica era nuestra letárgica. Mi glande fue monarca; vislumbró el combate, ¡sabía de matemáticas! Amo el vodka.

Sus nalgas me apretaban mi cabeza, y lloraban; lloraban, no sé el porqué de eso. Al tanto de tantos aciertos, por cierto, vi sus ojos rojos, tal vez me extrañaron más que ayer. Estoy como Bukowski: rechazado por cientos de fauces, y por cincuenta editoriales. “¿Cómo estás, Comillas?”, “¿Te sientes bien, Billy Bob?”, “¿Qué te pasa, Gramática?”, “¡Te extrañamos un tanto, Figuras!”. Esas eran sus salutaciones al verme, y por mi salud, saludo a las estaciones.

Me enseñaron las diversas persas que amaban a pesas. Yo, viviendo en Las Américas, era el mismo ómnibus a mi facultad, de ida y vuelta. O sea, gastaba solo sesenta. Practicaba el cinismo, hacía reír a todos, como siempre, desde los años del circo. Se reían; otras me decían que yo era una niña: una simple párvula. Pero yo te doy a entender lo adverso a mí, sólo porque me parece un chiste.

Vi a una gata morir embarazada, lo mismo pasa cuando no aseguras la muerte; ¿y si mueres como ella, dejarás de ser feminista? Anoche guardé en mi cache, el caché, en mi coche, ¿cachai? Fue noche trasnoche. Va y me sale el dianche, y me es de piche. Mi fetiche son los dedos a la medianoche, llenos de fresas, bien pintados y cuidados, ¡el día en que yo me aparte, no le echen la culpa a mi porche!

Estoy exhausto de los que dicen ser de los míos, no obstante, yo me canso de esos conjuros. ¿Dónde están, y sus perjurios? No los vi cuando estaba yo en el Hospital, ni en la cárcel, ni cuando murió mi felicidad, ni polisíndeton los contemplé. Eso es una bazofia, una boñiga, una falacia, una mentira. Sinonimia: el que te quiere, no te lo dice; sólo lo notas más presente.

Yo no espero algo de alguien. Y menos de ti, que dijiste que me amabas; entre la gente, los vi, en la oscuridad, a ambos, ¿haciendo qué? Más gente.  Ya es difícil encontrar a un hombre fiel y a una chica, también. Yo no tengo amigos, sólo panas: y no de la infancia, ya que mi niñez se fue; sino de personas sanas, con la cual sé que no titubearán en ayudarme. Elimino lo que no me aporta, lo que me hace daño, a mí ni un rasguño me da. Amo, perdono y vuelvo a amar.

Sí, todo eso sentí cuando hice el amor con ellas dos. Era su primera vez con un hetero, y como me tenían confianza, les hice el amor. Y hoy en día, cada una de ellas tiene su esposo. Por lo menos serví para algo. Ahora ellas se miran, se ríen por lo de ayer, y me dan las gracias, ¡necesitas saber que yo soy un jinete!

Esas lesbianas son las dos chicas más sonrientes que jamás he conocido, no por ser hijas de Winny, sino... por yo ser el padrastro.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Emil Cerda...



Arriba