Emil Cerda

Señor Arcoiris

“Ellos albergan miedo con halitosis prolongada, de personas con una tez de café con leche e hierbas amargas; ahogados en una ignorancia perpetua no malintencionada; «¡el dominicano es blanco: punto!», decía el racista convencido en su alma.

“«Si nos vamos a La Romana», le dije,»le admirará probar los pasteles en hoja que preparan cada semana»; «si vamos a San Pedro», le dije,»le sorprenderá ver mujeres que no son haitianas»; «si vamos a Higüey», le dije,»encontrará una María que es olorosa, higiénica y normal como tantas».

“«¿Qué me quieres dejar dicho, Emil?», me dijo, y le respondí: «Somos una combinación antillana de Indígenas, Africanos y Españoles con alipori. Si nos ponemos a especular, nuestra sangre es tan mixta que en vez de ser “O Positivo”, es "Error: 401; Hemoglobina no encontrada jamás en la historia, A.K.A. viralata único cilíndríco, alegre, mestiza sin enanismo, resiliente aún con cáncer terminal con unos minutos de alientos efímeros"».

“«Emil, no entendí nada»; «yo tampoco», le respondí; Manuel del Cabral, con su pilón en su mano; Nicolás Guillén, con la muerte desde el parto; Blas Jiménez, con sus lentes desde bachiller cuarto. Cimarrón sin el marrón, es como que un negro le tengo miedo a la oscuridad, o que un haitiano sea contigo claro. Son cosas imposibles de antemano, aunque creas que el dominicano sea blanco, ¡en realidad no lo es!; es azul, cuando se entristece; es amarillo, cuando se asusta; es verde, cuando se enamora; y, es negroide cuando asesinado es verboide ejecutado por un alíen humanoide. Me refiero a #1844 Androide: Un ciborg, llamado Prejuicio, sin portador de un espermatozoide que fecunde a un racista idiotoide que piense que ser de color marrón es ser imbeciloide, grajosoide, atracadoide y además inferoide. Ojalá a los racistas los aplaste un educado asteroide para que dejen de vincular hemofilia con hemorroides”.

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