Emil Cerda

Batida de fresa

“Cuando hice el amor con Cassidy
Mi encéfalo se rayó como un CD,
Dado que repetía la escena graciosa
Cada vez que bebía una batida de fresa
Con lechosa.
 
“Les cuento: una noche, en una cabaña de San Isidro,
Decidimos jugar a un juego maquiavélico;
Quien eyaculaba o interrumpía el coito primero,
Tenía que hacerle sexo oral al otro por dos semanas.
 
“Yo acepté, muy valiente, por cierto;
Aunque mis neuronas, de sinapsis, no hacían nada;
Inició el acto majativo, con ella de espaldas;
Y antes de penetrarla algo salió de la nada.
 
“«¡Ups! Disculpa, amor, no fue adrede, lo siento»;
«¿Cassidy, acaso te acabas de tirar un pedo?»
«Sí»; «entonces tú pierdes por tal desatino azaroso»;
«No, yo no perdí, tú sabes que es imposible detener a un orgulloso».
 
“«¿Qué esperas? ¡Penétrame!»
Lo hice, pero al cabo de varios minutos;
Yo no lo podía creer,
Mientras la penetraba, el hedor comenzaba a crecer;
De nivel uno, ya iba por el tres.
Y mi pene y yo albergábamos mucho estrés,
Por eso la penetración fue detenida de una vez.
 
“«Amor, ¿qué te pasa? Te noto callado»,
Ella me preguntaba.
Yo pálido, casi muerto, mi pene ya no estaba parado:
Mi respiración faltaba.
 
“Mientras caía en la cama,
Le cuestionaba:
«¿Esas son las habichuelas con dulce que preparó tu mama?
Porque huele como a corrupción, desempleo, ama de casa,
Amor con toxicidad y con un toque de mala crianza.
 
“«No», ella me respondió.
«Además, yo no huelo nada».
«Claro, el que se tira su pedo nunca huele lo que pasa».
«Además, bastantes pedos que has soltado.
Deja de hacerte el desinteresado».
 
“Me rio tanto, que con palabras claves os cuento
Lo que me pasó aquella noche noctámbula;
Cada vez que bebo una batida de fresa, pienso
Cómo ella me hizo sexo oral durante dos semanas”.

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