Elvio Romero

La historia de mi corazón

La historia de mi corazón
Es simple, así lo ven, como la vasija de arcilla
Traída de aquel barranco rojo, como los frutos radiantes
De mi país; un suceso callado y sobrellevado como
El puñal riesgoso que se esconde en el pecho;
Bonancible unas veces y otras veces amarga como
Todas las cosas del amor: un eco de guitarra
Rasgada en el amanecer y en el atardecer de la tierra.
 
La historia de mi corazón
Contiene un ancho río con piraguas y hogueras,
Recónditos remansos con reflejos de pieles
De jaguares y pumas que se acercan jadeando a sus orillas;
Un aire antiguo aventa sin pausa sus latidos
Y un viento de verano sopla en sus cicatrices;
Vigila a un ancho cielo que atestiguó las danzas
Rituales de una raza callada y destruida.
 
Abarca la de mi pueblo,
El pergamino de su largo vía crucis,
Guarda sus viejas crónicas de esplendor y violencia,
Sus secretos de guerra y campamentos;
Están aquí, con su vigor de sangre y su escritura
De fuego, sus hitos silenciosos de victoria y catástrofes.
 
Así es mi corazón,
Así sus encrucijados, sus atajos dorados;
Se reflejan en él –como una nube en la corriente–
Senderos recorridos, amores padecidos y olvidados, hechos hondos
Que lo movieron, de una Luna a otra Luna, de una magia a otra magia,
Intensa, interminablemente
Hacia un extraño suelo de color aturdido.
 
Mil veces ha tenido que marchar de tu lado
Y regresar mil veces. Tendría acaso la predestinación
De esta tierra, la de todos los hombres y las cosas
De este solar: cambiar de sitio siempre,
Trasladarse y volver
A la querencia, salir y retornar a la entraña, a la matriz desollada,
Desmemoriado y memorioso, intacto, herido,
Con espadas dispuestas a otra intensa jornada.
 
Ahora el viejo fuego lo estremece de nuevo,
Hoguera sin extinción, diamante de estos días
Profundos, reanimando sus lumbres. Y es entonces
Cuando comprende que ya no cejará en sus arrebatos, en su reiteración
De saberse en la música del querer, de entre tantas
Cenizas salir airoso hacia la plenitud, hacia el rocío,
Hacia el acto invencible con que el amor se encara con la muerte.

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