Ahora es tender la mano
Como los ciegos, como quienes cantan
Por los pueblos:
Abierta para todos la palma.
Y es ir echando en ella
Luceros, cosas de la casa,
Lo que pudo tener en nuestros días
Sabor de yerba amarga,
De lluvias tristes de fragor sombrío
O de espurio rencor de una palabra.
Es ir echando en ella
Lo que hubo de maleza y viejas lágrimas,
Lo que fue grito al caminar, lo que fue sangre
Sucia y acorralada,
Lo que hubo de impaciencia escarnecida,
Lo que de tierra y heredad manchada.
Es ir echando cuentas
Como un bolsón sobre la espalda,
Lo mejor y peor, lo que tuvimos
De sangre buena y mala,
De desazón nocturna o de semilla
Caliente y saneada.
Es ir echando cuentas
De cuanto nos tocó de muerte y de esperanza.
¡Y de esa vocación de ver la vida
Sobre su palma desollada!