Eres brisa que danza por la senda escondida,
aroma inmortalizado en la flor que no muere.
Tu risa es un fulgor que en la penumbra hiere,
y mi alma, encadenada, no encuentra otra salida.
Fuiste el eco sutil de mi voz malherida,
el faro en el abismo que al naufragar prefiere.
Tu sombra, en mi memoria, eternamente inerme,
es el dulce tormento que alimenta mi vida.
Eres la melodía de un pájaro en el viento,
un cántico solemne que el tiempo no apaga.
Te busco en cada astro, en la noche sin final.
Y aunque en mi pecho arde el fuego del lamento,
no te borra el olvido ni el amor que se apaga.
Tu ausencia es mi condena, mi herida inmortal.