Entre las cuerdas del tiempo, un son dormido,
Un eco de un amor que ya no existe.
El viejo corazón, mustio y raído,
Aún guarda el fuego que aún persiste.
Las calles adoquinadas, testigos,
De un amor que ahora es solo suspiro.
Las noches quedan como un cruel castigo,
Que evoca a un amor que se perdió en un giro.
La luna tierna, tenue y amarillenta,
Ilumina el camino del recuerdo.
El viejo amor, aunque ya esté deshecho,
Es un fantasma que no se aleja ni un momento.