Crecen en mis venas los lirios encendidos,
la brisa los peina con dedos de cristal.
Sopla el horizonte su ardor en mis latidos,
despierta la carne su pulso de umbral.
La noche destila su néctar impío,
mi sombra se hunde en un lecho de sal.
Arde en mi pecho el insomne rocío,
flamea en mi lengua la miel del umbral.
Oh llama desnuda que incendia la brisa,
desata tu furia de ámbar y luz.
Que beba la luna la ardiente ceniza,
que el alba me encuentre sin miedo y sin cruz.