En el dulce jardín de tu sonrisa,
las gotas de rocío, tímida dulzura,
esperan el beso que mi alma anhela.
Como pétalos al amanecer,
tus labios se abren a la luz del día,
y en su delicado contorno,
el rocío de la mañana se posa.
En el susurro de la brisa matinal,
mi corazón late con ansias,
pues sabe que tu boca es mi destino,
y tus labios, mi más anhelado refugio.
Mis labios, cual sedientos viajeros,
buscan el néctar que en los tuyos habita,
para así, fundirnos en un solo ser,
y saborear la miel de nuestro amor.
En el baile de nuestras almas,
el rocío se convierte en pasión,
y nuestros cuerpos, en un solo latido,
danzan al ritmo de nuestros corazones.
Oh, dulce amor, permite que mis labios
gusten el rocío que en los tuyos reposa,
y juntos, en un abrazo infinito,
encontremos el paraíso de nuestras almas.