Tu voz, mi poesía
El eco de tu voz me persigue en la altura,
y el aire de la tarde susurra tu partida.
Mi pecho es un navío que cruza, sin medida,
un mar de soledades que al olvido murmura.
La brisa entre los pinos, con su caricia helada,
repite tu silencio como una quemadura.
Es fuego y es vacío; la pena se asegura
de alzar en cada sombra tu huella aprisionada.
Tus ojos son abismos que el alma desafía,
y yo, como la roca que el río siempre vence,
cedí a la tempestad de tu melancolía.
Mas sé que en este viento que mi desvelo cense,
tu nombre, como eco, será mi poesía,
y el alba llevará lo que el amor dispense.
